Ante la creciente escasez de agua, la agricultura mundial debe replantearse sus equilibrios. En la actualidad, cerca del 40 % de la superficie cultivada padece estrés hídrico, una consecuencia directa del cambio climático y de la degradación de los suelos. Para hacerle frente, ya están surgiendo nuevas soluciones; entre ellas, las tecnologías desarrolladas por Elicit Plant, que apoyan a las plantas en su capacidad natural de optimizar el uso del agua.
Una presión creciente sobre los recursos
La agricultura concentra alrededor del 70 % de la demanda de agua dulce en el ámbito mundial. Sin embargo, este recurso está cada vez más limitado: los episodios de sequía se multiplican, las capas freáticas se recargan más lentamente y la competencia entre los distintos usos es cada vez más intensa.
A todo ello se le suma la degradación de los suelos, que reduce su capacidad para almacenar y restituir el agua. Menos materia orgánica, mayor erosión: la reserva útil se reduce, lo que acentúa la sensibilidad de los cultivos al más mínimo déficit hídrico.
A tenor de las estimaciones de la FAO y el IPCC, cerca del 40 % de la tierra cultivable del mundo sufre ya períodos de estrés hídrico más o menos acusados, y todo apunta a que este fenómeno se intensificará en las décadas venideras.
Efectos visibles en los cultivos
Cuando el agua escasea, las plantas adaptan su funcionamiento de forma natural para combatir este estrés hídrico. Su metabolismo se reorganiza: ralentización del crecimiento, redistribución de los recursos internos, priorización de los órganos esenciales.
Aunque esta capacidad de adaptación tiene sus límites, ilustra un principio fundamental: la planta es capaz de regular su consumo de agua para protegerse.
Es precisamente en este mecanismo en el que se basan los nuevos planteamientos agronómicos.
En Elicit Plant, la investigación ha permitido desarrollar una tecnología exclusiva basada en fitoesteroles que estimula esta respuesta fisiológica de forma anticipada.
Aplicada antes de las fases críticas del ciclo, ayuda a la planta a optimizar el uso del agua disponible y a mantener su potencial de rendimiento, incluso ante unas condiciones climáticas adversas.
Vías de adaptación en distintos niveles
Hacer frente al estrés hídrico supone actuar tanto en las prácticas agrícolas como en la gestión del agua y la fisiología de las plantas.
Al nivel del suelo, las medidas de conservación y regeneración mejoran la capacidad de retención y la disponibilidad de humedad. En cuanto a lo agronómico, la irrigación de precisión o la planificación de los aportes se convierten en mecanismos de optimización indispensables.
No obstante, más allá de estos planteamientos externos, la clave está en la capacidad intrínseca de las plantas para regular su propio consumo de agua.
Es precisamente en esta dirección en la que Elicit Plant centra la investigación: al actuar en pleno corazón de los mecanismos fisiológicos, sus soluciones a base de fitoesteroles refuerzan la resiliencia de los cultivos extensivos frente a los episodios de sequía.
Este planteamiento preventivo, complementario a las prácticas existentes, permite a las plantas preservar su equilibrio hídrico interno y mantener su potencial de rendimiento a pesar de la creciente variabilidad del clima.
Anticiparse para producir mejor
El estrés hídrico ya no es un evento puntual, sino un componente permanente del clima agrícola. Ya no basta con reaccionar: hay que anticiparse. Preparar a las plantas para que utilicen el agua con mayor eficiencia, reforzar su capacidad de adaptación y preservar los rendimientos: todas ellas son prioridades para una agricultura resiliente y sostenible.
Es en esta lógica a la que Elicit Plant circunscribe su tecnología: apoyar a los cultivos extensivos para que regulen mejor su consumo de agua, manteniendo al mismo tiempo su potencial de producción. Un planteamiento que redefine la forma misma de concebir la gestión del agua en la agricultura, al servicio de un rendimiento sostenible.