Ya es un hecho confirmado: el “año normal” parece cosa del pasado. Los agricultores deben ahora tener en cuenta fenómenos climáticos cada vez más frecuentes e intensos al gestionar sus cultivos. ¿Cómo pueden hacerlo? Activando todos los mecanismos posibles para mejorar la resistencia de las plantas frente a estos fenómenos.
Una mayor robustez permite al maíz crecer adecuadamente para alcanzar el rendimiento y la calidad esperados. Por supuesto, las consideraciones técnicas son una de las principales palancas: la velocidad y la homogeneidad de la emergencia dependen de la elección de la variedad, así como de la fecha y calidad de la siembra. Sembrar en un suelo calentado y con suficiente humedad garantiza un buen inicio del ciclo, lo que mejora la resistencia a los ataques tempranos de plagas y asegura un correcto desarrollo del sistema radicular, permitiendo aprovechar al máximo los recursos hídricos disponibles.
Mejor gestión del agua y aumento del rendimiento
La aplicación de biosoluciones como medida preventiva también es un paso clave. Estas soluciones ayudan a la planta a movilizar rápidamente todos sus recursos para ser más resistente en caso de futuros episodios de estrés. Un ejemplo es Best-a / EliZea, un producto de Elicit Plant compuesto por fitosteroles. Estas moléculas han demostrado ser potentes activadores de las reacciones de defensa de las plantas, permitiéndoles adaptarse incluso antes de que aparezca el factor de perturbación.
Aplicado entre los estadios de 6 a 10 hojas, Best-a/EliZea desencadena una respuesta fisiológica que genera varios efectos positivos:
- reducción de las necesidades hídricas (-20%);
- mejor gestión del recurso disponible;
- cierre parcial de los estomas para limitar la evapotranspiración;
- mayor desarrollo radicular para acceder a una reserva hídrica más amplia;
- y, en definitiva, un aumento del rendimiento.